Había en Jafa un discípula llamada Tabita. (...)
Por entonces cayó enferma y murió.
La lavaron y la pusieron en la sala de arriba. (...)
Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
«No tardes en venir a nosotros». Pedro se levantó y se fue con ellos.
Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba. (...)
Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y,
volviéndose hacia el cuerpo, dijo:
«Tabita, levántate»
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.
Lecturas del día: (Hech 9, 31-42) (Sal 115, 12-17) (Jn 6, 60-69)
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