sábado, 19 de abril de 2014
Sublime es su victoria ¡Aleluya!
así mi alma te busca a ti, Dios mio;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuando entraré a ver el rostro de Dios?
Como marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.
Envia tu luz y tu verdad: que ellas me guien
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te de gracias al son de la citara, Dios, Dios mío.
(Sal 41)
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