martes, 13 de marzo de 2018

Pondré mis ojos en el humilde y abatido


Entonces me dijo: «¿Has visto hijo de hombre?»
Después me condujo por la ribera del torrente. Al volver vi en ambas riberas
del torrente una gran arboleda. Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa
y desembocan en el mar de la Sal.
Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas.
Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente,
tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas
hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar. (...)
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales;
no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos;
darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario,
su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Lecturas del día: (Ez 47, 1-9. 12) (Sal 45, 2-9) (Jn 5, 11. 14-16)

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