domingo, 24 de mayo de 2015

Vigilia de Pentecostés

 
“Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo,
y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra. (…)
Y desde aquel punto los desperdigó Dios por toda la faz de la tierra,
y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel,
porque allí embrolló Dios el lenguaje de todo el mundo y desde allí
los desperdigó Dios por toda la faz de la tierra.
(Gén 11, 1-9)


Moisés subió al monte de Dios y el Señor lo llamó desde el monte,
y le dijo: “Habla así a la casa de Jacob y anuncia esto a los hijos de Israel: (…)
Ahora, pues, si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza,
seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, por mía es toda
la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”.
(Éx 19, 3-8a. 16-20b) 


La mano del Señor fue sobre mí y, por su espíritu, Dios me sacó y me puso
en medio de la vega, que estaba llena de huesos. Me hizo pasar por entre ello
en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo
de la vega, y estaban completamente secos.
Me dijo: “Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?” Yo dije:
“Señor Dios, tú lo sabes”. Entonces me dijo:
“Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos escuchad la palabra
de Dios. Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí que yo voy hacer
entrar el espíritu en vosotros y viviréis. Os cubriré de nervios,
hare crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel,
os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Dios”.
Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba
se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos
se juntaron unos con otros.
Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel
se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos.
El me dijo: “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre.
Dirás al espíritu: Así  dice el Señor Dios; Ven, espíritu, de los cuatro vientos,
y sopla sobre estos muertos para que vivan”.
Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos;
revivieron y se incorporaron sobre sus pies:
era un enorme, inmenso ejercito.
(Ez 37, 1-14)





“Después de esto yo derramaré mi espíritu sobre todo mortal
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas,
vuestros ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes verán visiones.
Y hasta sobre siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.
y realizarán prodigios en el cielo y en la tierra”.
 (Jl 3, 1-5)



“Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve,
no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?
Pero si esperamos lo que no vemos aguardamos con paciencia.
Y de igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.
Pues nosotros no sabemos pedir como conviene;
más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,
y el escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu,
y que su intercesión a favor de los santos es según Dios”.
(Rom 8, 22-27)

 


“Si alguno tiene sed,
que venga a mí, y beberá
el que cree en mí,
como dice la Escritura:
De su seno correrán ríos de agua viva”.
(Jn 7, 37-39)
VIGILIA DE PENTECOSTÉS

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