martes, 12 de febrero de 2013

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287 ¿No consiste precisamente la “libertad” en poder decidirse
también por el mal?
El mal sólo es aparentemente digno de interés y decidirse por el mal
sólo hace libre en apariencia. El mal no da la felicidad, sino que nos
priva del verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y al final
destruye toda nuestra libertad.

Esto lo vemos en la adicción. En ella un hombre vende su libertad
a cambio de algo que le parece bueno. En realidad se convierte
en esclavo. El hombre es perfectamente libre cuando dice siempre
sí al bien;  cuando ninguna adicción, ninguna costumbre,
le impiden elegir y hacer lo que es justo y bueno.
La decisión por el bien es siempre una decisión orientada a Dios.
Foto: Miguel Castaño

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