miércoles, 20 de abril de 2022
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Aquel mismo día,
dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó
y se puso a caminar con ellos.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camina?».
Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jrusalén
que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo: «¿qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno,
que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo,
como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes
para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Entonces les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando;
pero ellos le apremiaron diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos,
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Lecturas del día: (Hech 3, 1-10) (Sal 104, 1-9) (Lc 24, 13a. 15-17a. 19b-32)
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
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