sábado, 10 de marzo de 2018

Pondré mis ojos en el humilde y abatido


El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
«¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres;
ladrones, injustos, adúlteros, ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, 
no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador» (...)
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Lecturas del día: (Os 6, 1-6) (Sal 50, 3-4. 18-21) (Lc 18, 9-14)

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