sábado, 25 de diciembre de 2010

~ La PALABRA es ENMANUEL ~

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Por aquellos días salió un edicto de César Augusto
ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador
de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret,
a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por ser él de la casa y familia de David,
para empadronarse con María, su esposa,
que estaba en cinta. Mientras estaban allí,
se le cumplieron los días del alumbramiento y dio
a luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el albergue.
Había en la misma comarca unos pastores,
que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el ángel del Señor, la Gloria del Señor los envolvió
en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo:
“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será
para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un salvador; que es el Cristo Señor, y esto os servirá de señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
Y de pronto se junto con el ángel una multitud
del ejercito celestial que alababa a Dios diciendo:
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres
en quienes Él se complace.”
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del Evangelio de medianoche (Lc 2, 1-14)
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

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